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texto publicado en:
VVAA, Libro de las Jornadas de zarzuela 2014. Los oficios de la zarzuela.
VVAA, Libro de las Jornadas de zarzuela 2014. Los oficios de la zarzuela.
Madrid: Fundación Jacinto e Inocencio Guerrero, 2015.
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Nacho de Paz, director de orquesta
Como ha explicado Enrique Mejías en su presentación, uno de los principales problemas que plantea actualmente la recuperación de partituras del teatro por horas es la parquedad de indicaciones dinámicas, la ausencia de articulaciones, la falta de orientaciones de fraseo e incluso de tempi en los materiales que conservamos de la época. Con seguridad, en su momento, una simple anotación de Tango o de Habanera transmitía todo lo necesario para que los intérpretes realizasen su trabajo dentro de las coordenadas estilísticas adecuadas. Tales danzas y géneros formaban parte del paisaje musical en cafés y teatros y, por tanto, se encontraban plenamente integrados en el imaginario sonoro de aquellos músicos. Además, las identidades de las diferentes escuelas instrumentales, así como la idiosincrasia geográfica de los géneros, estaban muy marcadas debido a las obvias barreras económicas y tecnológicas de comunicación que en el presente ya no existen. Por otro lado, los flujos migratorios eran menores en nuestro país y tan solo los artistas más sobresalientes y viajados lograban ser los más informados en su profesión. Así, la autenticidad estilística de las propuestas musicales autóctonas se sustentaban en un conocimiento popular y de transmisión interpretativa que casi podríamos llegar a denominar natural.
Como contraste, hoy en día, en un planeta globalizado, los integrantes de las orquestas sinfónicas proceden de diversas nacionalidades y abordan todo tipo de repertorios en sesiones de ensayo muy breves en las que la efectividad y la competitividad de los costes de producción son aspectos fundamentales. La evolución de la historia de la música a lo largo del siglo XX ha dado lugar a sistemas notación que no dejan al azar absolutamente ningún parámetro del sonido. Las ediciones de obras escritas en los últimos cien años incluyen por necesidades intrínsecas de las mismas, además de las indicaciones tradicionales, numerosas aclaraciones que afectan, por ejemplo, a los porcentajes de presión de arco en las cuerdas, a los porcentajes de tono y de sonido de aire en los vientos, micro-afinaciones, transiciones de transformación tímbrica, sonidos multifónicos y toda suerte de técnicas instrumentales extendidas que amplían exponencialmente la exigencia hacia los intérpretes, así como la actualización del diseño editorial. Aquellos repertorios cuya notación no era muy detallista (como el clásico o el barroco en comparación con el contemporáneo) cuentan en la actualidad con estudios muy informados en los centros de enseñanza. Hoy podemos hablar de un altísimo grado de especialización y conocimiento de estos estilos del pasado. De esta forma, aunque tales partituras carezcan de múltiples especificaciones en su escritura, esto no representa ninguna dificultad puesto que las músicas de estas épocas forman parte de la tradición interpretativa básica de todos los instrumentistas a nivel mundial.
La edición y el reestreno de El terrible Pérez (1903), plantea varias cuestiones que, desde la posición de un director musical, implican una actitud pragmática. De poco valen las ediciones que se limitan a copiar únicamente aquello que aparece en el manuscrito cuando éste carece de abundantes indicaciones que han de decidirse de manera ineludible. Desde nuestro punto de vista, para la zarzuela y el género chico, tales políticas de edición no las podemos siquiera calificar como “ediciones críticas” puesto que, en la mayoría de los casos, tan solo conservamos una copia de copista y no el original del autor u otras fuentes que permitan realizar un estudio comparativo. Dado que no existe una sólida tradición interpretativa de estos géneros más allá de las contadas grabaciones que disponemos hoy día, se nos plantea la necesidad de una edición práctica o, incluso, expresiva con el fin de establecer criterios claros para los solistas y para los miembros de la orquesta. Y hablando de tradición, ¿a qué nos referimos con este término?